martes, 1 de abril de 2014

El Cristo de la Buena Muerte o Cristo de Mena:Semana Santa malagueña 2014.
Cada Jueves Santo Málaga se echa a la calle a ver a su Cristo de Mena y es que es tan grande la devoción y admiración por él, que no conozco a nadie que no se emocione a su paso, que no entone el himno al paso del cuerpo yacente custodiado por la Legión mientras estos, desgarrados, le cantan a su Cristo de la Buena Muerte …. “ soy un hombre a quién la suerte hirió con zarpa de fiera; soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tan leal compañera....”. Y Málaga aplaude y llora conmovida. 
Cristo de Mena por la Alameda Principal
Traslado del Cristo de la Buena Muerta en la Iglesia de Santo Domingo
Pedro de Mena y Medrano, escultor e imaginero nace en Granada en el año 1628 y muere en Málaga en 1688 a la edad de 60 años. Fue un hombre de profunda religiosidad y depurada técnica, que nos ha legado tallas de precioso detalle y extraordinario dramatismo. Su Cristo de la Buena Muerte data de aproximadamente1660.
Esta talla, también conocida como el Cristo de Mena, ha alcanzado gran notoriedad y fervor patriótico, y es llevada en volandas por los legionarios españoles cada Semana Santa en la ciudad de Málaga.
En el año 1921 la Legión Española se acogía a la advocación del Cristo de la Buena Muerte, representada por la talla de Pedro de Mena, como su Sagrado Protector. En 1928, la Autoridad Militar confirma al Cristo de la Buena Muerte como Protector y Patrón de la Legión Española; y desde entonces acude cada año a participar en el desfile procesional de Málaga.
Pedro de Mena dispuso para su Cristo de la Buena Muerte unos brazos muy cortos para que luciera más en la iglesia y convento de Santo Domingo, lugar donde se guarda y muestra. Esta magnífica obra, como tantas otras en aquella época, fue descuartizada y quemada por las turbas el 13 de Mayo de 1931, en la conocida noche de la quema de conventos, terrible ola anticlerical contra los edificios e instituciones de la iglesia católica ocurrida pocas semanas después de haberse proclamado la Segunda República. No obstante, pudo rescatarse el tronco deformado y guardado allí mismo; pero al cabo, la horda reincidió contra el lugar y sus imágenes para culminar la aniquilación.
Del trágico suceso, y tras la barbarie, quedó la pierna izquierda que conserva la Congregación, rescatada por Francisco Palma García, artista antequerano, y más tarde, en el año 1941, su hijo, el artista Francisco Palma Burgos dio forma y expresión a otro Cristo de la Buena Muerte, inspirándose en el original destruido, que se sigue llamando el Cristo de Mena en honor a Pedro de Mena.
Cambio de guardia al Cristo de Mena realizada por la Legión 

La imagen fue restaurada en el año 2001 y hoy en día continúa siendo el protector y patrono de la Legión, procesionando por Málaga en la noche del Jueves Santo y siendo custodiado por la Guardia de Honor Legionaria en la Capilla de Santo Domingo, con el estandarte del Cristo de la Buena Muerte orlado por los Guiones de los cuatro tercios: Gran Capitán, Duque de Alba, Don Juan de Austria y Alejandro Farnesio.
LETRA DEL HIMNO DE LA BUENA MUERTE

Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.

Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.

Más si alguno quién era le preguntaba
con dolor y rudeza le contestaba:

Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.

Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera
defendiendo su Bandera
el legionario avanzó.

Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.

Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:

Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.

Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.

Y aquella carta decía:
"...si algún día Dios te llama
para mi un puesto reclama
que buscarte pronto iré".

Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.

Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!


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